El trabajo colectivo es un principio de la tapia. En el grupo, cada hombre cumple un rol y suma a la efectividad de la principal herramienta, el “tapial”, una estructura artesanal, especie de encofrado o formaleta en madera, con características técnicas específicas y aditamentos agregados para su función: agujas (listones), testeros (paneles), compuertas, costados, soga, cuñas y codal son organizados en estricto orden por la cuadrilla de tapieros.
La tierra se prepara según la técnica: sin materia orgánica ni capa vegetal; sin terrones ni piedras; finamente pulverizada y apenas húmeda. Cada capa que se agrega al tapial tiene una proporción precisa, la media es por lo general un zurrón o bolsa grande en cuero que se ajusta al hombro del cargador sin lastimarlo.
Cada técnica ofrece posibilidades distintas que enriquecen el diseño
Basta con dejar que los materiales expresen su belleza por sí solos.
Resaltarlos, hacerlos notorios, llamar la atención con sus formas y texturas
es darle un lugar al lenguaje de la tierra.
muestra la huella del tapial. Otros materiales, de origen natural, lo protegen en la intemperie.
Si bien la piedra es el cimiento de la tapia, la combinación de los dos materiales ofrece al arquitecto enriquecer la estética de los espacios.
Elementos de soporte en la construcción rompen la continuidad de un muro en armonioso diálogo con éste.
El ladrillo cocido, en su variedad, es apropiado para hacer remates en la tapia. Además, es ideal para su protección.
Haciendo uso de tapiales pequeños se van dando giros a los muros para lograr movimiento y ajuste a las formas del terreno.
Los muros en tapia tienen la particularidad de hacer notorias las características del material, las cuales corresponden a la región de origen.